lunes, 26 de junio de 2017

"Una gran responsabilidad conlleva un gran poder"

Tras haber acabado un nuevo curso, y con la momentánea calma que te otorga el haber realizado ya el primera examen de otra nueva convocatoria de oposición, me dispongo a compartir una pequeña reflexión partiendo de este juego de palabras realizado a partir de la famosa frase que a Peter Parker le transmite su tío Ben.

Y es que, si algo hay que poner de manifiesto sobre lo que ha supuesto el curso escolar, es el poder generado para cumplir con mi responsabilidad de ser el tutor un grupo con el que no ha sido nada sencillo lidiar, estando a la altura de las circunstancias, buscando sacar de cada uno de ellos lo mejor, y enfrentándome a la adversidad al mismo tiempo que también he sacado fuerzas para dedicar un rato cada tarde a preparar mi examen de oposición. 

Lo cierto es que acabo el curso muy satisfecho, pero durante el mismo no he podido evitar llegar a momentos de auténtico colapso, con las emociones a flor de piel y con la sensación de ver mis fuerzas flaquear. Supongo que es lo que ocurre cuando te entregas en cuerpo y alma a tu trabajo a tal nivel de intensidad, sin apenas descansar y topándote con muchos muros por derribar.

Sin embargo, contradiciendo a nuestro amigo y vecino Spiderman, el poder no es algo que deba recaer sobre los hombros de una sola persona. En ese sentido, debo decir que me siento muy afortunado de haber contado en mi día a día con el apoyo de magníficas personas con las que he compartido mucho más que un entorno laboral, cuidando los unos de los otros, como debería ocurrir entre compañeros y compañeras con más asiduidad. 

Ante todo, debemos recordar que nosotros, al contrario del protagonista de ficción que está sirviendo de hilo conductor de este post, no somos superhéroes, a pesar de que a menudo queramos comportarnos como tal para estar a la altura de cada situación, y, aunque lo fuéramos, eso no es, en absoluto, garantía de no fracasar. 

Es la persistencia, la actitud y la motivación por querer hacer bien tu trabajo y cumplir así con tu función lo que hace posible que, hasta alumnos en principio complicados, se vean beneficiados de tus aportaciones y también de tu personalidad.

Y es que, como digo siempre, hay que ser especial para trabajar en especial, pues, si ya de por sí dedicarse a la Educación debería implicar un gran factor vocacional, más aún cuando vas a trabajar con alumnado de tales características y que requiere un gran nivel de dedicación y de saber estar. 

Por lo tanto, a modo de conclusión, me quedo con la intensa experiencia que me ha supuesto este año lectivo, pues he contado con un grupo de alumnos y de alumnas que, pese a todo, me han sabido conquistar y me han aportado mucho más de lo que se podría imaginar. Fuerte ha sido el vínculo generado, gracias al cual ha sido mucho más sencillo desarrollar mi labor, más aún cuando el reconocimiento y el cariño de sus familias avala esta afirmación.

También me quedo con la calidad humana y profesional encontrada en algunos de los distintos profesionales con los que he tenido el gusto de trabajar y colaborar. Para nada este curso hubiera sido igual si no hubiera contado con personas tan valiosas a mi lado. Es una referencia que merece la pena destacar.

En ambos casos, se trata de personas a las que sé que voy a extrañar.

Y por último, me quedo con la evolución que yo mismo he experimentado, el descubrir que puedo sacar fuerzas de donde no creía que tenía para cumplir con mi misión y, que pese a las constantes dudas que se generan en la autoexigencia, puedo seguir validando mi vocación.

Cómo siempre suelo decir, parafraseando al gran Nach, es que "lo que motivó el comienzo fue que las vidas que presencio no merecen el silencio". Ahora sólo falta ver como concluye este nuevo proceso de oposición, y esperar a descubrir cual será mi destino cuando el verano llegue a su fin, para así retomar mis andaduras en esta profesión tan especial.

¡Hasta septiembre! 


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