miércoles, 24 de enero de 2024

Nada que celebrar

Hace cerca de dos años que estalló el conflicto bélico en Ucrania, y toda la comunidad internacional se lanzó en masa a posicionarse a favor del país que estaba siendo invadido. Era lo lógico, ¿no?

Durante ese tiempo los edificios institucionales lucían la bandera ucraniana en señal de apoyo, y muchos centros escolares se llenaron con estas banderas como forma de concienciar a nuestro alumnado de lo que estaba pasando.

Sin embargo, en un conflicto que lleva vigente 75 años y que se ha recrudecido hasta lo humana y moralmente insostenible en los últimos meses, no he visto que se haya actuado de la misma manera.

Cuando se tiene un poco de sentido crítico se puede mirar más allá y ver como los intereses geopolíticos y el mapa de amiguismos influye en que, de manera oficial, nos preocupe mucho más la invasión de un territorio que la de otro territorio. Al fin y al cabo, aquí la verdadera batalla está a menudo en quién controla el relato.

Pero en plena era de la información no se puede negar la evidencia: estamos asistiendo a unos niveles de crímenes de lesa humanidad en riguroso directo con casi toda la comunidad internacional poniéndose de perfil, apoyando al opresor o censurando y criminalizando a quienes se posicionan con el pueblo oprimido.

Llegados a ese punto, y viendo que ahora se aproxima el Día de la No Violencia y la Paz, me pregunto si realmente tenemos algo que celebrar ese día.

Es una idea que he repetido en anteriores entradas de este blog, y en la que pienso seguir insistiendo: la Paz no puede quedar relegada a un noble pero utópico deseo bondadoso al que sólo damos cabida una vez al año.

La escuela no puede permanecer indiferente a la realidad. Hablar abiertamente de la situación que se está viviendo, explorar sus diferentes narrativas y contranarrativas, entender las diferentes variables que intervienen en el conflicto y tomar perspectiva con sentido crítico es una de las principales tareas que debemos abordar en nuestras aulas para generar en nuestro alumnado aquellas competencias que le hagan un ser humano libre, con un buen sentido de la ética y de la justicia, y con criterio suficiente para comprender el mundo en el que vive más allá de lo que nos quieran contar. 

En este sentido, desde el grupo de Atención a la Diversidad de Acción Educativa, hemos querido lanzar una serie de recursos que creemos que pueden ayudar a profesorado, familias y otras personas que intervienen en la educación a trabajar el Día de la Paz más allá de los clásicos murales o las ya tan manías palomas. 

Porque el verdadero valor de la Educación para la Paz está más en la acción que en la intención, y cuando hablo de acción no hace falta a irse a grandes metas: basta con trabajar y apostar por la paz en cada pequeño resquicio de nuestro día a día. 

Para finalizar, os dejo una viñeta que ha publicado Pedripol para CTXT y que me parece realmente significativa para ilustrar y dar cierre al post. 

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