Este pasado fin de semana se celebró el Día del Libro, y en este blog solía ser tradición publicar cada año una entrada dedicada a tan señalado evento.
Sin embargo, en esta ocasión, he roto la tradición y no he escrito ninguna entrada en la fecha correspondiente.
Podría decirse que habría una cierta justificación poética si mi demora estuviera motivada por el asunto que hoy vengo a tratar, pero voy a pecar de sinceridad y simplemente diré que, una vez llegado el momento, no tenía aún nada preparado para publicar.
He ahí que, dos días después, procedo a expiar mi culpa dedicando esta entrada a todos aquellos y aquellas que, por determinadas circunstancias, se encuentran con mayores dificultades de las que deberían para acceder y disfrutar de todo lo que los libros y la lectura en general les puede aportar; es decir, mi entrada de hoy viene dedicada al colectivo de alumnos y alumnas cuyas condiciones personales les hace ser considerados, en términos oficiales, de necesidades educativas especiales.
Sin embargo, no hay mayor necesidad a cubrir que la de, en primer lugar, tomar conciencia de que todos y todas somos diversos, y que, por lo tanto, no todos ni todas vamos a procesar lo mismo de la misma manera ni en la misma situación, para, en segundo lugar, actuar en consecuencia y aplicar las metodologías, los espacios, el tiempo y los recursos necesarios para que las barreras existentes a priori se minimicen tanto como quepa contemplar.
Cabe recordar que el abanico de alumnos y alumnas que entran dentro de este conjunto es considerablemente amplio, desde aquellos que, pese a las dificultades, logran alcanzar niveles óptimos de lectura y escritura hasta quienes no disponen si quiera de la capacidad de comunicar de la manera más rudimentaria posible. Es por ello que, para esta entrada, voy a centrarme principalmente en las alternativas posibles en diferentes circunstancias, para que cuando en nuestros centros educativos o en nuestra vida cotidiana queramos organizar alguna actividad, les tengamos en cuenta y contemplemos las diferentes alternativas que podemos incorporar:
En el supuesto de que la afectación sea sensorial, es decir, tenga uno o varios canales mermados, habrá que buscar la manera de compensar la información que se pierde por un canal utilizando los disponibles.
En el caso de la ceguera, por ejemplo, para el lenguaje escrito disponemos del Braille, pero, además de ello, también podemos jugar con los sonidos, los olores, los relieves, las texturas,... para una mayor estimulación sensitiva que le aporte mucha más información. Si en lugar de un libro se tratara de una representación teatral o de una actividad de cuentacuentos, necesitaría que se le aportara oralmente toda aquella información de tipo visual que se da por sentada pero que no va a poder percibir.
Sin embargo, si existiera un resto visual podría plantearse un aumento de las letras, el uso de contrastes, propiciar una buena iluminación, disponer de lentes aumentativas, etc.
Si el sentido afectado es el auditivo, el peso recaerá mayormente sobre el estimulo visual, usando un lenguaje signado cuando el oral no sea posible aún con prótesis o intervenciones médicas, y apoýándose siempre en imágenes como forma de aportar mucha más información. El proceso de adquisición de la lectoescritura será distinto al oyente, pues lleva una mayor carga visual en detrimento de la fonológica, por lo que requerirá más tiempo y dedicación, no sólo por parte del aprendiz, sino por parte de quienes le rodean.
En el caso de que se trate de una discapacidad de tipo intelectual dependerá mucho del grado de afectación. En este sentido, siempre que sea posible procuraremos un aprendizaje lo más significativo y funcional posible de la lectoescritura, pero, si vemos que este no es viable o hemos agotado dicha alternativa, habrá que buscar un método alternativo de comunicación, como puede ser el lenguaje signado o el uso de pictogramas, dibujos e imágenes reales, para que, a través de lo mismos, puede interpretar libros sencillos con ilustraciones y también beneficiarse de representaciones sencillas adaptadas a su nivel.
Lo mismo nos puede ocurrir cuando hablamos del Trastorno del Espectro Autista, que disponemos de un espectro, valga la redundancia, tan amplio, que podemos aplicar la forma de proceder que veníamos reflejando en el párrafo anterior.
Por último, que no por ello menos importante, están los trastorno que afectan al ámbito motor. En este caso, debemos hacer una doble distinción, ya que no es lo mismo si este trastorno va asociado o no a una discapacidad de tipo intelectual, como también influye la presencia o no de la capacidad de hablar y/o de comunicar.
En caso de que el trastorno sea puramente motórico, se trata de hacer que el acceso a la lectura sea viable, es decir, buscar los recursos y los materiales adaptados necesarios para que pueda agarrar el libro, sostenerlo, pasar de página, etc. Sin que ello suponga no hacer todo lo posible por estimular su psicomotricidad y procurar la mayor autonomía posible para ello, para que las ayudas que dispongamos sólo sean un soporte y no supongan un acomodamiento.
Si, por el contrario, las capacidades intelectuales también se encuentran afectadas, se debe buscar el equilibrio entre sus capacidades motrices y su capacidad de comprensión, aunando los criterios expuestos con anterioridad con los actuales.
La otra variable que influye es la capacidad comunicativa, ya que puede existir muy buena comprensión pero nula expresión, o podemos ver que la capacidad de hablar no se encuentra afectada. Cada caso será distinto al anterior, pero, como ya hemos comentado durante esta entrada, todo dependerá de las circunstancias para el desarrollo del lenguaje verbal o de un lenguaje alternativo.
Como conclusión, no podemos olvidar que:
· Se trata de entender que todos y todas somo distintos, y es eso lo que nos hace estar en igualdad.
· Se trata de hacer que los aprendizajes sean lo más significativos posibles.
· Se trata de darles funcionalidad y de poder aplicarlos en otros contextos y situaciones.
· Se trata de generar la mayor autonomía posible para su vida cotidiana.
· Se trata de tener una actitud positiva hacia este alumnado, hacia sus posibilidades de poder aprender, aportar y progresar, y de motivarles a ello.
· Se trata de ser flexibles, de buscar alternativas, recursos, opciones, de saber mirar más allá de "lo que siempre se ha hecho" o de "la norma general".
· Se trata de dar una atención a la diversidad en términos de capacidades y no de dificultades, buscando la forma de que todos y todas puedan participar bajo un enfoque inclusivo y normalizador.
· Y lo más importante: se trata de hacerles partícipes y de hacerles participar, que no se trata de un caso aislado, sólo de otro alumno o de otra alumna más.