Comienza el mes de marzo, un mes muy importante en lo que a la lucha feminista se refiere. Una lucha que, de manera preocupante, parece volver a hacer más falta que nunca por los diferentes movimientos reaccionarios que se están dando en contrapartida y por algunas situaciones injustas e injustificables que se continúan dando en nuestra realidad.
Y es que creo fundamental que nosotros, los hombres, nos posicionemos en este movimiento y reivindiquemos el feminismo como algo que también nos atañe e incluso que nos beneficia.
Antes de continuar quiero aclarar que no es mi intención, ni mucho menos, hacer sombra a la lucha de tantas mujeres y tampoco apropiarme de un espacio que les es propio. Al contrario: mi idea es abrir nuestra mirada y poder contrarrestar todos aquellos discursos de odio que provienen de las fuerzas políticas ultras y de toda la manosfera.
Y es que, como persona que se identifica como hombre heterosexual pero que no cumple los patrones de la masculinidad hegemónica que tan dañinamente se nos impone - fruto del machismo imperante de nuestra sociedad -, creo que el feminismo es un espacio que también nos ayuda a entender que hay otras posibles masculinidades que son plenamente válidas.
Por desgracia, no ha sido hasta bien adulto que he podido ir tomando conciencia de esto, pues todo ello se convirtieron en motivos de burla, acoso y rechazo en tiempos de colegio e instituto, conllevando sus crisis de identidad y de autoestima.
Quizás ahora, que estamos en otro rol, sea buen momento para recapacitar y poder tanto prevenir que dichas situaciones se repitan, como trabajar también esta diversidad en nuestras aulas y nuestros entornos sociales: Hay muchas formas de ser y de estar en el mundo.
Creo que cuanta mayor sea la información y el acompañamiento que demos a nuestro alumnado más podremos evitar que sean otros agentes los que les adoctrinen o les lleven por caminos muchos más nocivos, pues cabe recordar que el sentimiento de pertenencia y de reafirmación es un fuerte motor de búsqueda que puede encontrar respuestas erróneas e incluso dañinas si no lo sabemos guiar.
Por eso es importante seguir trabajando en igualdad en las aulas y en prevención de conductas sexistas, desmontando roles de género y fomentando una educación afectivo-sexual sin censuras y sin tabús, ya que son las herramientas que les ayudará a prevenir abusos y a saber tanto establecer como respetar los límites interpersonales.
En este sentido es fundamental que no dejemos la realidad fuera de las aulas, que reflexionemos con ellas y ellos sobre cuestiones presentes en su día a día, como ha sido todo lo que ocurrió con Jenni Hermoso y la Real Federación Española de Fútbol tras el beso no consentido de Luis Rubiales o la repugnante actitud del Juez Carretero en el interrogatorio a Elisa Mouliaá.
Cabe recordar que, además de estos eventos de rabiosa actualidad, en nuestro día a día se producen una serie de micromachismos que se manifiestan de una forma más sutil, y que tanto hombres como mujeres podemos caer en ellos por la cultura patriarcal en la que hemos crecido.
Será, por tanto, necesario hacer un enorme ejercicio de tomar conciencia sobre ello y cambiar nuestra mirada, para de esta forma poder desaprender, romper las cadenas que se reproducen y alzar la voz ante lo que no se puede ni debe tolerar.
Del mismo modo, tocará dedicar tiempos y espacios para desmontar mitos sobre la hombría, fomentar la sororidad y concienciar sobre la importancia del respeto y del consentimiento.
Para finalizar sólo decir que, como cada año, otro 8 de marzo más nos sobran los motivos para salir a las calles, pero no debemos olvidar que todos y cada uno de los diferentes días del año son igualmente importante para seguir educando y trabajando por la igualdad.