Dicha serie hablaba sobre un Mundo Digital creado a partir de los datos que circulaban por la red, el cual era un reflejo de nuestro mundo real, y al que un grupo de niños podían acceder mediante un determinado dispositivo.
Todo ello puede sonar a Fantasía o a Ciencia Ficción, pero, al igual que ha pasado con las novelas de Julio Verne, la realidad acaba muchas veces por superar a la imaginación.
Cierto es que no existe ningún mundo alternativo poblado por criaturas capaces de digievolucionar, pero si es cierto que existe todo un Mundo Digital al que podemos acceder mediante nuestros dispositivos y que es fiel reflejo del mundo en el que vivimos, además de que ambos se encuentran en estrecha relación e interconexión.
Así pues, como explicaba Fernando Trujillo en un reciente artículo, lo digital se ha convertido en un elemento básico de nuestro día a día: nos relacionamos a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería, nos informamos de lo que ocurre en el mundo a través de Internet, compartimos aquellos contenidos que creemos necesarios o interesantes, solucionamos nuestras dudas consultado Google o Wikipedia, etc.
Si tan presente está entonces todo este Mundo Digital en nuestras vidas, ¿por qué nos seguimos empeñando en darle totalmente la espalda en nuestros centros educativos?
Son muchas las ocasiones en las que nos encontramos, por ejemplo, con la total prohibición del uso del móvil en clase, cuando es nuestra propia sociedad la que ha acabado convirtiendo este elemento en una extensión más de nuestro propio ser y, como bien digo siempre, la escuela no puede funcionar si se halla desconectada de la realidad en la que vivimos. En palabras de Verónica Rivera, "la escuela debe ser la vida".
En determinadas artes marciales como el Aikido se busca utilizar la energía empleada por el contrincante en nuestro propio beneficio. Siguiendo este símil, el problema no es el uso de móviles en sí, sino el cómo se utilicen, además de que será más productivo procurar aprovechar este elemento como herramienta útil de trabajo en el aula que intentar imponer una postura sancionadora al respecto.
Es más, ¿cuántos de nosotros no ha estado en una reunión o conferencia y ha estado utilizando su dispositivo móvil al tiempo que prestaba más o menos atención a lo que allí se estaba comunicando? Si ni siquiera nosotros mismos somos capaces de desprendernos del móvil en este tipo de situaciones formales, ¿por qué nos empeñamos en que nuestro alumnado si se desprenda de él en el aula?
Queramos o no, el Mundo Digital ha venido para quedarse, y renegar de él sólo nos crea desconexión con los tiempos que corren y para los cuales la escuela debe preparar. Educar en el uso de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación será una pieza clave en nuestras aulas si queremos que nuestro alumnado sean ciudadanos totalmente competentes, con pensamiento crítico y bien formados, capaces de gestionar correctamente toda la información que tienen a su alcance para convertirla en conocimiento, y de esta forma ser capaces también de aprender, desaprender y volver a aprender.
Yo hace ya 10 años que realicé mis prácticas de la carrera de Magisterio de Educación Especial en un centro ordinario con integración preferente de alumnado con algún tipo de afectación mental, y me resulta curioso como, ya entonces, cuando en lugar de TICs aún hablábamos de nuevas tecnologías, aproveché el ordenador del que disponíamos en nuestra aula para instalar un par de programas con los cuales poder desarrollar mejor mi tarea docente. Uno de esos programas pertenecía a la saga Trampolín, un software diseñado para trabajar tareas escolares de forma atractiva a través del ordenador, y el otro era un programa de diseño gráfico muy sencillo con el cual poder crear calendarios, postales y otros elementos similares, todo ello basado en el popular videojuego hecho serie Pokemon.
Yo por entonces aún no era muy consciente de todo lo que he expuesto aquí ahora, pero, ya sólo por sentido común, supe que fomentar esa dinámica con mi alumnado haría que los aprendizajes fueran más gratificantes y las clases más amenas.
Con todo ello vengo a decir que innovar no es tan complicado como puede parecer. No se trata sólo de sustituir las famosas transparencias por un Power Point (un vicio cada vez más extendido), sino de tener iniciativa y motivación por probar nuevas metodologías, utilizando las herramientas de las que ya disponemos y adaptándonos a los tiempos que corren.
Cierto es que haría falta introducir en la formación del profesorado todo este tipo de dinámicas y herramientas, así como la aplicación de las mismas y los recursos de los que disponemos a través de ellas, pero el debate sobre la formación del profesorado lo dejo ya para otra futura entrada, que el tema da para eso y más.
Antes de terminar, me gustaría hacer una especial mención a Santiago Lozano, el cual acaba de graduarse ahora en Magisterio, y con el que he tenido el gusto de debatir en varias ocasiones sobre el tema que hoy os traigo. Es gracias a la última de esas charlas que hemos tenido que me he sentido inspirado para escribir esta nueva entrada, así que desde aquí mi agradecimiento y mi enhorabuena por su merecida titulación.
Muchas gracias por la mención! Y muy buena la reflexión, no formemos alumnos del S XXI con los métodos del XIX! ;-)
ResponderEliminarMuchas gracias a ti por tantas charlas y reflexiones conjuntas sobre el tema :)
Eliminar