El pasado sábado día 19 de mayo tuvo lugar el IV encuentro de Conspiración Educativa, un joven colectivo de personas altamente implicadas y comprometidas que se engloba dentro de los llamados Movimientos de Renovación Pedagógica (MRP) y en el que tengo la gran suerte de poder participar.
En esta ocasión, nuestras compañeras Patri y Malú nos presentaron, tras amenizar el arranque del evento con una serie de divertidos pero críticos sketchs de corte educativo, su "Máquina de Desaprender", como forma de eliminar de nuestras cabezas y de nuestros contextos educativos aquellas creencias irracionales y aquellos pensamientos tóxicos que a menudo tenemos tan normalizados e interiorizados, para desterrar así posibles prejuicios y/o malas praxis a la hora de trabajar con la materia prima tan valiosa que cae en nuestras manos.
Lo cierto es que esto sólo fue el preámbulo del encuentro, pues si el año pasado el tema principal sobre el que giraba toda la jornada eran los cuidados en Educación, en este caso lo hacia en torno al Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), una metodología que, pese a que actualmente se nos presente como innovadora, ya estaba a la vanguardia hace un siglo.
Sin embargo, yo he preferido centrarme en esta presente entrada en el tema del desaprender, ya que considero que es pieza clave y fundamental en cualquier tipo de cambio educativo que nos queramos plantear, pues mucho se dice sobre los discentes y sobre las posibles formas de mejorar su proceso de aprender, pero poco se dice sobre las personas adultas que estamos con ellas y ellos y, que, en muchos de los casos, ya sea de manera consciente o inconsciente, viciamos este proceso y el desarrollo ya no sólo académico, sino también personal, del alumnado con el que debemos trabajar.
Es por ello que cualquier mejora educativa que se precie debe empezar por una profunda reflexión y un significativo cambio de actitud por parte de quienes debemos hacerlo artífice. En primer lugar, por motivos de efectividad metodológica, o lo que es lo mismo, porque ninguna nueva propuesta metodológica que se nos haga tiene sentido si no salimos de aquella idea tan nuestra de aplicar todo lo que cae en nuestras manos de manera dogmática en busca de la panacea educativa, sin realmente romper con todas aquellas creencias previas que comentábamos con anterioridad. Lo importante en este caso parte de un trabajo tanto personal como colectivo, el cual consiste en analizar, interiorizar y adaptar cualquier nueva propuesta a nuestra realidad, para poder transformarla desde dentro. Al fin y al cabo, no tiene sentido querer aplicar un método educativo que no nos creemos y sobre el que poco podemos esperar.
En segundo lugar, pero no por ello menos importante, por puro bienestar, tanto nuestro como de las personas que nos rodean, sean alumnado, compañeros y compañeras o parte de la comunidad. Porque no debemos olvidar que nuestro trabajo tiene un factor humano que lo hace, al mismo tiempo, tan natural como excepcional. Es por eso que, entre tanta carga curricular, tanta norma y tanto afán de autoridad, no debemos olvidar que, ante todo, somos personas, y como tal nos autodebemos y se nos debe respetar nuestra dignidad.
Ya he hecho referencia a ello en alguna ocasión cuando he hablado del Maestro Espejo o de la diferencia entre Tiempo y Clima, y es que hay una parte de currículo oculto muy potente en todo contexto educativo de la que a menudo no somos conscientes, pero que tiene muchísimo mayor impacto en nuestros alumnos y alumnas que cualquier lección formal. Es por ello que abogo por una Educación centrada en las personas que de ella participan, pues no podemos educar para hacer mejor la sociedad si antes no hacemos de nuestros centros y entornos educativo unos contextos sanos y libres de actitudes tóxicas o negativas.
Ello implica, por un lado, romper con algunas viejas ideas y formas de proceder que venimos arrastrando generación tras generación basadas en el autoritarismo y en un formato magistral, para avanzar de forma paulatina hacia unos modelos más democráticos y pro-activos, y, por otro lado, entender que, aunque como personas que somos con diferentes ideas y criterios, podemos discrepar entre nosotras, pero no podemos llevar dichas discrepancias al terreno personal o permitir que nuestras diferencias interfieran en la calidad del servicio que debemos prestar y vayan en detrimento de nuestro alumnado o del ambiente del propio entorno escolar.
Creo firmemente que, hasta que no comprendamos realmente cuán importante es la labor que tenemos entre manos en nuestros centros educativos, seguiremos cargando con esa mochila que tanto nos pesa y que a veces puede incluso hasta intoxicar. En este sentido, me parece fundamental garantizar que en nuestros centros educativos hayan profesionales que estén realmente comprometidos con la tarea de educar con la responsabilidad y el valor que esta tan importante misión conlleva, y no hablo sólo del colectivo docente, sino de cualquier otra persona que desarrolle su función laboral dentro de lo escolar.
Después de todo, como nos recuerda el vídeo que os comparto a continuación, no debemos olvidar que cualquier cosa que queremos que nuestro alumnado aprenda, debemos aprenderla nosotros y nosotras primero, y no hablo tanto de contenidos curriculares como de actitudes y formas de actuar, que somos en todo caso ejemplo y modelo, que les impregnamos con nuestros actos más que con nuestra lección, que no podemos pedir silencio a gritos ni decirles de malas maneras que deben tratar bien a los demás.
Estoy seguro de que me dejo muchos otros ejemplos en el tintero, pero espero que se entiendan con estos la idea que quiero reflejar.
Sé que a menudo es difícil mantenerse fuerte cuando los vientos adversos soplan con intensidad. En este caso, el gran Mario San Miguel, que suele amenizarnos el encuentro con su buena música y su infinita sabiduría y cordialidad, lo resume con la premisa que da nombre a este post: "Fluir Fácil por la Forma, Fondear Fuerte en el Fondo", o lo que es lo mismo, no olvidar que, pese a que tenemos que tener bien claras cuales son las ideas que sustentan nuestra forma de proceder y actuar al mismo tiempo que seguimos abiertos a nuevos aprendizajes y experiencias que nos ayuden a conocernos mejor y, por en consecuencia, mejorar, no debemos olvidar que tenemos que hacer todo lo posible por facilitar el buen desarrollo del trabajo que nos toque afrontar, propiciando un ambiente lo más constructivo y acogedor posible.
Después de todo, es bien sabido que cualquier persona va a rendir mucho mejor y va a contribuir a crear un mejor ambiente de trabajo cuando se siente a gusto consigo mismo y se siente a gusto en donde está.
Desaprendamos aquellos elementos que nos frenan y que no nos dejan avanzar. Reaprendamos a fluir de forma fácil. Reaprendamos a ser flexibles mientras reafirmamos nuestro sólido compromiso con la mejora de nuestra escuela y, por ente, de nuestra sociedad.
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