Durante estas fechas suele ser normal que, ya sea sólo por pura cortesía protocolaria o bien por una sincera expresión de nuestras buenas intenciones, nos deseemos un feliz año nuevo (yo el primero), y que reflexionemos sobre el año que termina o nos propongamos nuevos objetivos para el año que está a punto de empezar.
Es más, en esta ocasión, debido a que estamos a punto de cambiar de década, esas premisas están tomando un carácter más amplio, y pensamos tanto en los 10 años que se cierran como en los 10 años que vendrán.
A menos que echemos la vista atrás, vemos que la tecnología ha marcado el ritmo de avance de nuestra sociedad, una sociedad que vive profundos y continuos cambios a una velocidad de vértigo, y que de seguro va a mantener esa dinámica en los próximos años.
Sin embargo, la escuela se sigue resistiendo a los cambios de años, década o siglo. En Educación seguimos viendo todavía muchas tendencias propias de otras épocas que persisten y perduran pese a todo.
Cierto es que se han abierto debates y se han replanteado temas como el de las "nuevas" metodologías o el de la atención a la diversidad, pero, a mi parecer, son debates que ya deberían estar superados.
También es cierto que, sin que esto nos sirva de excusa, la escuela pública de este país se ha visto gravemente perjudicada por los continuos recortes y ataques que se han realizado contra la misma, como también por el reciente crecimiento de algunas ideologías reaccionarias que arremeten contra el legítimo papel de esta institución de educar no sólo en contenidos, sino también en valores, en derechos humanos, en igualdad de oportunidades, en habilidades sociales y en inteligencia emocional.
Por lo tanto, ya no sólo se trata, como decíamos al inicio de este post, de desear un feliz año (o década), sino que deberemos tomar conciencia de la importancia que nuestras acciones tienen en la consecución de ese deseo.
En este sentido, se nos plantean grandes retos para los años venideros, como el ser capaces de consolidar una escuela lo más inclusiva posible, el concienciar y el promover actos para contrarrestar el inminente cambio climático o el seguir dotando a nuestro alumnado tanto de espíritu y de sentido crítico como de las herramientas y estrategias necesarias para saber manejar la gran cantidad ingente de información que se mueve en la actualidad y estar prevenido ante las noticias falsas o los intentos de manipulación con los que se puedan encontrar, más todos los nuevos retos que los nuevos tiempos nos puedan deparar.
Así pues, no nos conformemos con desear que el nuevo año sea bueno: cojamos con ganas este año nuevo y hagámoslo mejor.
¡Feliz 2020!