Hace un año, un día como hoy, todo estaba a punto de cambiar, pero no lo sabíamos...
Tras el anuncio de suspender temporalmente las clases en Madrid, recogíamos nuestras aulas y nos marchábamos a casa, aún sin sospechar si quiera la magnitud de lo que estábamos empezando a vivir.
Hubo quién, en un alarde de capacidad para adelantarse a los hechos, sopesó la probabilidad de que esto se alargase algo más de lo que a priori nos habían contado. Sin embargo, creo que nadie se imaginó para nada lo mucho que iba a prolongarse en el tiempo toda esta situación. Tanto, que un año después, aún seguimos lidiando los vaivenes de esta "nueva anormalidad".
Y sí, sólo ha pasado un año, aunque para algunos haya sido como una vida entera.
Cambiamos la forma de relacionarnos, nos dijeron que nos debíamos distanciar, y, sin embargo, hubo quienes aprendimos a estar más cerca que nunca.
También nos dijeron que de esta saldríamos mejores, pero sobre este aspecto voy a permitirme manifestar mi escepticismo.
Pasamos del "todo va a salir bien" al "sálvese quien pueda", del aplauso al personal sanitario a saltarnos las restricciones a la primera que tuvimos ocasión.
La pandemia fue pasando factura, y no sólo en lo que a contagios se refiere. Es por ello que toca volver a reivindicar a la gran olvidada de todo este último tiempo: la salud mental, la cual no es tan visible, pero no por ello menos esencial.
Y es que, llegados a un punto de presión y de alerta, donde quienes tienen que guiarnos están a otra lucha, y donde las normas a adoptar cambian a cada momento y en cada lugar, no es extraño que uno se sienta perdido entre tanta tensión y baile de medidas.
Todo ello ha desembocado en lo que se ha llamado como fatiga pandémica, y que nos ha afectado en mayor o menor medida. No es fácil lidiar con la incertidumbre.
No obstante, ahora parece que, con el proceso de vacunación, empieza a dejarse entrever el final de este largo y tedioso túnel.
Es por ello que hoy sólo quería compartir este pequeño alegato, sin entrar en profundas reflexiones ni en rememorar lecciones que ya hemos analizado en alguna otra ocasión.
A estas alturas el hastío que sentimos no nos lo permitiría...