viernes, 30 de abril de 2021

Miscelánea

 Ha sido un mes de abril un tanto movido, un mes donde tenía pendiente escribir sobre diferentes temas pero que, por diferentes razones, lo he ido postergando hasta el día de hoy.

Uno de esos temas es aquella "sorprendente noticia", publicada durante las vacaciones de Semana Santa, la cual nos revelaba que la bajada de ratios había ayudado a que un mayor número de alumnos y alumnas mejorasen su rendimiento escolar.

Y digo lo de sorprendente porque es algo que la comunidad educativa lleva ya mucho tiempo planteando, que necesitamos mejorar las ratios de nuestras aulas para poder atender mejor a nuestro alumnado y mejorar la calidad educativa.

A un nivel más específico, las amplias ratios a las que solemos hacer frente tienen una gran repercusión en lo que a la atención a la diversidad se refiere. 

Y es que es muy difícil atender al alumnado que presenta necesidades educativas especiales si tenemos unas clases masificadas y escatimamos en la provisión de los recursos personales necesarios en la cantidad que sería deseable para que la respuesta que le demos desde las escuelas sea la adecuada.

En este sentido, quería también resaltar desde aquí el trabajo de asociaciones como FEMAL, que revindica una mayor presencia de profesionales de Audición y Lenguaje en los centros educativos.

Por otro lado, había otro tema que me parecía importante tratar aquí, en este caso una carta que se viralizó en redes sociales a mediados de mes. 

Os comparto la carta en cuestión, por si no la habíais visto o no la recordáis, para poder proceder a continuación a un posterior análisis:


Aunque la intención de dicha carta pueda ser positiva, creo que es un grave error el planteamiento que realiza. 

Cierto que la vida es mucho más que la nota de un examen, y que hay estudiantes que sufren de verdadera ansiedad por la exigencia propia o ajena de tener siempre unas calificaciones ejemplares, pero querer atajarlo a costa de restar importancia a las diferentes disciplinas del saber es un desprecio hacia la propia escuela y hacia todas aquellas personas que tanto lucharon para que todo el mundo tuviera derecho a acceder a los distintos aprendizajes en igualdad de oportunidades.

Por lo tanto, el debate quizás no sea tanto si son o no son necesarias las matemáticas, la literatura o la historia, cuestión incuestionable a mi parecer, sino la forma en la que tratamos dichas disciplinas en nuestras aulas y la manera en la que las evaluamos. 

Así pues, tenemos que tener más cuidado en no caer en la banalización de la importancia del saber, pues es ese saber el que verdaderamente nos hace libres, y trabajar activamente desde nuestra profesión por darle un mayor sentido y significatividad, conectarlo con las necesidades de nuestro alumnado, despertar su curiosidad y ayudarles en su proceso de crecimiento personal. 

Por último, también durante este mes se cumplieron 90 años desde que la II República puso el foco en la importancia de revisar y reforzar el sistema educativo español en un momento donde en analfabetismo era mayoritario. 

No es mi intención entrar en este post en debates de índole político o ideológico, pero sí poner de manifiesto el compromiso con el que se quiso abordar esta cuestión durante aquellos años.

Aquellos maestros y aquellas maestras asentaron las bases de lo que hoy en día es la escuela que conocemos, y es nuestra función seguir trabajando por hacer de nuestras escuelas un lugar mejor, un lugar que de cabida a todas las personas, un lugar que siga siendo garantía de aprender.