domingo, 24 de enero de 2021

Educación y Paz. Paz y Educación.

Hoy, 24 de enero, fue denominado en el año 2018 por la UNESCO como el Día Internacional de la Educación. 

Si a esto le sumamos que también este mes, concretamente el dia 30, se celebra el Día Escolar de la No-Violencia y la Paz, nos encontramos con que, a poco de empezar el año, hay ya dos fechas importantes en nuestro calendario escolar. 


Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos qué sentido tiene dedicar un día concreto a la Educación o a la Paz cuando en el día a día cotidiano la relevancia que ambos temas debería alcanzar a menudo brilla por su ausencia. 

Este primer mes de 2021 nos ha traído algunos acontecimientos que quizás deba hacernos reflexionar sobre lo mucho que se ha estigmatizado el año anterior, como si lo bueno o malo que pasara en el mundo fuera responsabilidad del mismo. 

Uno de esos acontecimientos ha sido la borrasca Filomena, que colapsó ciudades y regiones completas y que acabó ocasionando en algunas zonas la imposibilidad de volver a reanudar las clases en la fecha en la que estaba previsto, como ocurrió en mi caso que trabajo en la Comunidad de Madrid. 

Ello hizo que docentes y alumnado tuviéramos que volver a utilizar nuestros propios medios para poder continuar las tareas educativas de manera telemática durante los días que nos fueron postergando las clases, unos días donde el goteo y la escasa antelación de la información que íbamos recibiendo se juntó con que de nuevo nuestro colectivo pagaba el pato a ojos de la sociedad.

Sólo hay que ver la lamentable desinformación que hizo Telemadrid al respecto:


Sin embargo, el problema de fondo en toda esta situación es que, después de todo lo vivido, debemos darnos cuenta de que la escuela no puede jugar el papel de elemento para la conciliación, y que deben ser los gobiernos quienes promuevan políticas para hacer posible dicha conciliación entre vida laboral y vida familiar.  La escuela no puede ser la panacea.

Por lo tanto, en lugar de ver mensajes bonitos de personas que se vanaglorian de conmemorar estos dos días señalados, me encantaría poder ver un firme compromiso con las dos grandes bondades que representan, y que dicho compromiso se vea reflejado en acciones reales que vayan encaminadas a otorgar a la Educación el reconocimiento y la importancia que tanto merece. Todo ello, en el seno de una sociedad que promueva unos valores de paz, de solidaridad y de respeto mutuo, pues educar en la paz es educar en la diversidad.


Después de todo, es la Educación la que marca el camino hacia la Paz, 

pero es la Paz la que debe garantizar el derecho a una buena Educación. 

No podemos entender a la una sin la otra. 

No podemos entender el mundo sin ninguna de las dos.