jueves, 5 de octubre de 2023

Hago lo que creo. Creo en lo que hago.

Hay una cosa en común que nos pasa a la gran mayoría de las personas. Nos gusta ir a misma peluquería de siempre porque la persona que nos atiende ya nos conoce y sabe el corte que solemos llevar. Nos gusta ir a nuestra frutería de confianza del barrio porque ya hay una relación de familiaridad. Solemos ir a nuestro bar de siempre donde el camarero ya nos conoce y nos hace sentir como en casa. Y todo ello se debe a un elemento que se halla presente en cada uno de los ejemplos que hemos mencionado: el vínculo.

El ser humano es un ser social por definición. Formamos comunidades donde cada persona cumple un rol, comunidades donde necesitamos sentir protección, seguridad y pertenencia. 

Y si, ya de por sí cualquier persona presenta estas preferencias y necesidades, con más razón van a ser algo de una importancia vital en nuestro alumnado.

Es por ello que, en este Día Mundial de los y las Docentes, quiero hacer un alegato sobre la gran responsabilidad que tenemos en la acogida y en el acompañamiento respetuoso a nuestro alumnado.

Porque, como hemos dicho en muchas ocasiones, nuestra función no queda meramente reducida a ser transmisores de contenido de sujetos pasivos. No hay que olvidar nunca que trabajamos con personas, personas que sienten, que piensan y que perciben, personas que necesitan encontrar en su aula y en su colegio un espacio seguro y una persona de referencia en la que poder confiar, personas con diferentes vivencias previas, diferentes personalidades y diferentes necesidades que debemos conocer y contemplar.

Por supuesto que en ocasiones deberemos ser rígidos, establecer límites y aplicar disciplina, pero nada de eso está reñido con una pedagogía del cuidado que ponga al ser humano y su necesidad de establecer vínculo en el centro, sino más bien lo contrario: un vínculo forjado desde el respeto será clave para una mayor efectividad y durabilidad de las pautas que establezcamos, ya que no están impuestas ni desde el miedo ni desde la falta de comprensión. 



Así que, mientras tenga voz y tenga espacios como éste para poder expresar mi opinión, seguiré defendiendo una escuela y un modelo de Educación acorde a los valores en los que me he desarrollado y acorde a la cantidad de estudios psicológicos y pedagógicos que avalan mi postura.

Al fin y al cabo, hago lo que creo, y creo en lo que hago.