viernes, 31 de diciembre de 2021

Construyamos juntos el 2022

Se acaba un nuevo año, si bien toda la fatiga pandémica acumulada a estas alturas nos puede dar la sensación de estar atrapados, como Bill Murray, en un mismo año demasiado largo.

Sé que últimamente no escribo tanto como me gustaría y como solía estar acostumbrado.

Sin embargo, me parecía importante, antes de cerrar este 2021, reflejar algunas de las ideas que a menudo pasan por mi cabeza para al final acabar procrastinadas en un tintero. 

Recientemente, en este mes de diciembre, tuvimos una sesión en nuestro grupo de Atención a la Diversidad de Acción Educativa donde tratamos el tema de la salud mental en en ámbito de la Educación, y concretamente hicimos referencia a la importancia del apoyo mutuo y de las personas vitaminas.

Y es que una de las cosas en las que me parece importante reparar es en la gratitud.

A menudo vemos como, cuando llegan estas fechas, y más con la situación actual, nos empeñamos en denostar el año saliente con la esperanza de que el siguiente año sea mejor, sin darnos cuenta que al final todo no es más que un continuo en el que somos nosotros mismos quienes tenemos el poder de influir.


Ya sé que siempre habrá cosas que escapen a nuestra capacidad de control y de comprensión, pero el cómo lo afrontemos y aceptemos será una cuestión clave en nuestro balance final hacia la búsqueda del bienestar; un bienestar que, o es de todos y todas, o no será. 

Por lo tanto, aprovecho este espacio de reflexión para mostrar mi agradecimiento a todas aquellas personas que hacen bonito mi mundo, y también poner en valor mi propio trabajo y esfuerzo en mi constante crecimiento personal.

Porque ya va siendo hora de reconocernos y de reconocer, de olvidar la crítica negativa y arrimar nuestro hombro a la suma de lo común, de aceptar que somos parte de un todo diverso y plural que está interconectado, y que nuestras palabras y acciones tienen repercusión.

Aprendamos a vivir el presente, a disfrutar de las pequeñas grandes cosas de la vida, a querernos y a demostrar el querer, que no hay mejor regalo, en estas fechas o en otras, que compartir tiempo de calidad. 

¡Qué tengáis una buena entrada de año y que entre todos y todas construyamos un gran 2022!

jueves, 23 de septiembre de 2021

Recuperando significado

Está representada en la icónica estatua que corona la ciudad de Nueva York, se manifiesta en el épico grito de guerra de William Wallace o la coreamos a viva voz cuando suena aquella famosa canción de Nino Bravo, pero... ¿Qué es realmente la libertad?

De momento, lo único que tenemos claro es que últimamente se ha pervertido tanto el uso de esta palabra que puede que hasta se haya desformado su significado.

Se habla mucho de libertad, pero no se habla tanto de que la libertad requiere compromiso, respeto y responsabilidad.

Es por ello que hoy quiero escribir esta entrada, porque hace escasos días las calles de Madrid se llenaron de energúmenos que, escudándose en el supuesto escudo de la libertad, proclamaban consignas que muy poco tienen que ver con la bondad de dicho concepto. 

Sin embargo, como bien explicamos en una entrada anterior, para que estos sucesos se lleven a cabo previamente ha tenido que existir un caldo de cultivo que sirva de combustión inicial para poner el motor de la intolerancia en marcha. 

Por lo tanto, con esta entrada, quiero poner especial énfasis en la ardua tarea pedagógica que desde las escuelas debemos hacer para inculcar en nuestro alumnado un verdadero sentido de libertad y evitarles caer en las garras de la desinformación. 

Así pues, como decíamos con anterioridad, la libertad requiere un compromiso con los valores democráticos que como sociedad nos hemos otorgado y entender que nuestra libertad individual está supeditada a un marco de convivencia común. 

Esto deriva en la segunda premisa, en la del respeto, porque la auténtica libertad es aquella que se conforma dentro de unos límites éticos de reconocimiento del prójimo y en la toma en consideración de su realidad sin menoscabo de su valor.

Por último, aunque no menos importante, la libertad conlleva inexorablemente a la responsabilidad, pues debemos ser coherentes y consecuentes con las decisiones que tomamos en base al uso que hacemos de la misma. 

Todo esto se contrapone, curiosamente, con esa idea de libertad que tanto nos han vendido donde lo que prima es el individualismo salvaje y el querer hacer prevalecer tus deseos, ideas o derechos sobre otros sin importar el coste que ello pudiera suponer. 

Porque mientras existan desigualdades estructurales siempre habrá quienes se sientan con mayor autoridad para imponer su "libertad" y quienes no podrán ejercerla completamente mientras haya una situación de abuso o de necesidad.

Ser conscientes de eso y de la responsabilidad colectiva que tenemos es punto clave y vital en la formación de toda persona para ser parte crítica y activa de una sociedad sana.

En nuestras manos está el trabajar por una escuela pública que garantice a todo estudiante el formarse en los valores democráticos que a veces tan a a ligera enarbolamos pero que a menudo tanto nos cuesta aplicar.

Paradójicamente, el mantra de la libre elección de centro o el del pin parental no son más que contrapuntos a la auténtica esencia de la libertad. 

Y es que, para que una persona sea libre, debe tener los conocimientos y el sentido común necesarios para pensar con libertad, y es tarea de la escuela propiciar la oportunidad de alcanzar tan noble objetivo.


"Enséñame a pensar

Enséñame a ser 

Enséñame a convivir

Enséñame a respetar

Y sabré lo que es al fin la libertad." 

martes, 31 de agosto de 2021

Septiembre

Septiembre es el mes de los comienzos.

Cada final de agosto es un final de año.

Familias, alumnados y profesionales de la educación preparan la vuelta a las clases y a la rutina en una mezcla de emociones que se manifiestan en distintas intensidades según cada caso.

Y es que la llegada de septiembre y el final del verano son dos conceptos que suelen ir muy de la mano.

Por un lado, está la pereza de terminar nuestras vacaciones y volver a la vida laboral, pero por otro están las ganas y la ilusión de volver a vernos con quienes nos despedimos en junio.

Así pues, para todas aquellas caras amigas que voy a volver a encontrar en este principio de curso, decir que es un honor poder continuar juntos este camino emprendido.

Sin embargo, para quienes tenéis que continuar vuestra aventura en otro destino, no puedo más que manifestar mi satisfacción por haber compartido parte del recorrido y desearos que os vaya lo mejor posible allá donde estéis. 

Y todo esto va tanto por aquellas personas que comparten conmigo esta profesión como por todos los alumnos y alumnas con los que he tenido el honor de poder trabajar. 


¡Feliz año nuevo educativo! 



jueves, 17 de junio de 2021

"Últimamente no escribo"

"Últimamente no escribo". Con estas palabras daba comienzo el rapero Zenit a una de sus canciones más íntimas, y con esas mismas palabras quiero dar yo comienzo a este nuevo post, un post que escribo más por mantenimiento del blog que por propia motivación, ya que no he publicado nada nuevo desde el pasado 30 de abril

Esto puede deberse tanto a que estoy falto de ideas o a que, a estas alturas del curso, he podido constatar que quienes nos dedicamos al mundo de la Educación estamos en un momento de agotamiento que, si bien suele darse normalmente en estas fechas, en este caso es mucho más pronunciado tras haber podido salvar un año escolar que partía en septiembre sin los deberes hechos por parte de las administraciones pertinentes y que no sabíamos muy bien cómo se nos iba a dar.

Creo que, si nos preguntaran a cualquier de nosotros al inicio del curso, ninguno hubiéramos imaginado llegar a junio manteniendo las clases presenciales.

Todo ese esfuerzo extra que hemos realizado y toda esa dedicación se ha hecho pese a la falta de recursos y pese al clima de confrontación y de incertidumbre. Un esfuerzo extra que ahora nos pasa factura.

Después de todo esto habrá quienes, desde sus despachos alejados de la realidad escolar, querrán colgarse medallas o vendernos discursos, como que los niños y niñas se sienten como héroes llevando mascarilla o que se les otorgue un diplomita al tiempo que se recorta en su educación.

No obstante, si algo hemos demostrado este año quienes realmente estamos al pie del cañón es que menos es más, que disminuir la ratio en el aula aumenta la calidad del aprendizaje - nada nuevo bajo el sol -, que la sobrecarga burocrática resta tiempo y energía para la enseñanza, y que al final somos nosotras y nosotros, como miembros de la comunidad educativa, quienes hemos conseguido sacar este curso adelante.

Un curso que, en mi caso, supone además el fin de un ciclo, y ello implica, aparte de la incertidumbre por lo nuevo que vendrá, una mezcla de emociones que también incide sobre esa saturación final a la que hacíamos mención. 

Por último, mostrar mi reconocimiento en general por todas las personas que han contribuido al buen desarrollo de este año escolar en general y, en concreto, mi agradecimiento a quienes han compartido conmigo el curso y han hecho posible con su buen hacer que hayamos llegado hasta aquí. 


¡Qué tengáis un buen y merecido verano! 


 

viernes, 30 de abril de 2021

Miscelánea

 Ha sido un mes de abril un tanto movido, un mes donde tenía pendiente escribir sobre diferentes temas pero que, por diferentes razones, lo he ido postergando hasta el día de hoy.

Uno de esos temas es aquella "sorprendente noticia", publicada durante las vacaciones de Semana Santa, la cual nos revelaba que la bajada de ratios había ayudado a que un mayor número de alumnos y alumnas mejorasen su rendimiento escolar.

Y digo lo de sorprendente porque es algo que la comunidad educativa lleva ya mucho tiempo planteando, que necesitamos mejorar las ratios de nuestras aulas para poder atender mejor a nuestro alumnado y mejorar la calidad educativa.

A un nivel más específico, las amplias ratios a las que solemos hacer frente tienen una gran repercusión en lo que a la atención a la diversidad se refiere. 

Y es que es muy difícil atender al alumnado que presenta necesidades educativas especiales si tenemos unas clases masificadas y escatimamos en la provisión de los recursos personales necesarios en la cantidad que sería deseable para que la respuesta que le demos desde las escuelas sea la adecuada.

En este sentido, quería también resaltar desde aquí el trabajo de asociaciones como FEMAL, que revindica una mayor presencia de profesionales de Audición y Lenguaje en los centros educativos.

Por otro lado, había otro tema que me parecía importante tratar aquí, en este caso una carta que se viralizó en redes sociales a mediados de mes. 

Os comparto la carta en cuestión, por si no la habíais visto o no la recordáis, para poder proceder a continuación a un posterior análisis:


Aunque la intención de dicha carta pueda ser positiva, creo que es un grave error el planteamiento que realiza. 

Cierto que la vida es mucho más que la nota de un examen, y que hay estudiantes que sufren de verdadera ansiedad por la exigencia propia o ajena de tener siempre unas calificaciones ejemplares, pero querer atajarlo a costa de restar importancia a las diferentes disciplinas del saber es un desprecio hacia la propia escuela y hacia todas aquellas personas que tanto lucharon para que todo el mundo tuviera derecho a acceder a los distintos aprendizajes en igualdad de oportunidades.

Por lo tanto, el debate quizás no sea tanto si son o no son necesarias las matemáticas, la literatura o la historia, cuestión incuestionable a mi parecer, sino la forma en la que tratamos dichas disciplinas en nuestras aulas y la manera en la que las evaluamos. 

Así pues, tenemos que tener más cuidado en no caer en la banalización de la importancia del saber, pues es ese saber el que verdaderamente nos hace libres, y trabajar activamente desde nuestra profesión por darle un mayor sentido y significatividad, conectarlo con las necesidades de nuestro alumnado, despertar su curiosidad y ayudarles en su proceso de crecimiento personal. 

Por último, también durante este mes se cumplieron 90 años desde que la II República puso el foco en la importancia de revisar y reforzar el sistema educativo español en un momento donde en analfabetismo era mayoritario. 

No es mi intención entrar en este post en debates de índole político o ideológico, pero sí poner de manifiesto el compromiso con el que se quiso abordar esta cuestión durante aquellos años.

Aquellos maestros y aquellas maestras asentaron las bases de lo que hoy en día es la escuela que conocemos, y es nuestra función seguir trabajando por hacer de nuestras escuelas un lugar mejor, un lugar que de cabida a todas las personas, un lugar que siga siendo garantía de aprender.

jueves, 11 de marzo de 2021

Hace un año...

Hace un año, un día como hoy, todo estaba a punto de cambiar, pero no lo sabíamos...

Tras el anuncio de suspender temporalmente las clases en Madrid, recogíamos nuestras aulas y nos marchábamos a casa, aún sin sospechar si quiera la magnitud de lo que estábamos empezando a vivir.

Hubo quién, en un alarde de capacidad para adelantarse a los hechos, sopesó la probabilidad de que esto se alargase algo más de lo que a priori nos habían contado. Sin embargo, creo que nadie se imaginó para nada lo mucho que iba a prolongarse en el tiempo toda esta situación. Tanto, que un año después, aún seguimos lidiando los vaivenes de esta "nueva anormalidad"

Y sí, sólo ha pasado un año, aunque para algunos haya sido como una vida entera.

Cambiamos la forma de relacionarnos, nos dijeron que nos debíamos distanciar, y, sin embargo, hubo quienes aprendimos a estar más cerca que nunca. 

También nos dijeron que de esta saldríamos mejores, pero sobre este aspecto voy a permitirme manifestar mi escepticismo

Pasamos del "todo va a salir bien" al "sálvese quien pueda", del aplauso al personal sanitario a saltarnos las restricciones a la primera que tuvimos ocasión.

La pandemia fue pasando factura, y no sólo en lo que a contagios se refiere. Es por ello que toca volver a reivindicar a la gran olvidada de todo este último tiempo: la salud mental, la cual no es tan visible, pero no por ello menos esencial. 

Y es que, llegados a un punto de presión y de alerta, donde quienes tienen que guiarnos están a otra lucha, y donde las normas a adoptar cambian a cada momento y en cada lugar, no es extraño que uno se sienta perdido entre tanta tensión y baile de medidas.

Todo ello ha desembocado en lo que se ha llamado como fatiga pandémica, y que nos ha afectado en mayor o menor medida. No es fácil lidiar con la incertidumbre. 

No obstante, ahora parece que, con el proceso de vacunación, empieza a dejarse entrever el final de este largo y tedioso túnel. 

Es por ello que hoy sólo quería compartir este pequeño alegato, sin entrar en profundas reflexiones ni en rememorar lecciones que ya hemos analizado en alguna otra ocasión. 

A estas alturas el hastío que sentimos no nos lo permitiría...



jueves, 11 de febrero de 2021

Desaprendiendo a amar

Ahora que se acerca la tan señalada fecha del 14 de febrero, me parece que es una ocasión perfecta para reflexionar y debatir sobre algunas ideas y nociones relacionadas con el tema del amor muy presentes en nuestro imaginario colectivo y que veo necesario desmontar o, al menos, poner en cuestión.

En primer lugar, venimos de un modelo cultural donde el amor se ha relacionado mucho con los conceptos de entrega y sacrificio, lo que a veces puede colocarnos en una posición de subordinación o hacernos desmerecer el amor y el respeto que debemos brindarnos también a nosotros mismos.

A todo esto se suma la idealización del amor romántico como el fin al que se debe a aspirar para poder sentirnos personas completas, una creencia que a menudo va en detrimento de todas las formas posibles en las que el amor se puede manifestar y que se reafirma con expresiones como "la media naranja" o por todo un abanico de contenido literario y audiovisual que continuamente nos bombardea de manera directa o indirecta con este mensaje.

Cierto es que cada vez son más las voces que nos alertan o nos intentan hacer ver con claridad algunos aspectos que en general solemos normalizar. Sin embargo, creo que en este terreno todavía nos queda mucho por desaprender.

Y es que, si nos fijamos en las nuevas generaciones, podremos observar como hemos pecado de no haber sabido educarles y orientarles para construir relaciones sanas y equilibradas, así como a tener una mirada crítica y precavida, sobre todo en estos tiempos que corren donde se toma como referente lo visto en algunos programas televisivos de moda en los que se potencia una visión tóxica y errónea de lo que es una relación.

No obstante, como bien dice Roy Galán, quizás podamos aprovechar la gran influencia que ejerce este tipo de programas para generar debate en nuestras aulas y así alertar de los peligros de tomar estas actitudes como modelo. 

Todo ello al tiempo que también trabajamos otros conceptos que solemos olvidar cuando hablamos del amor, como son el autoconcepto, la comunicación asertiva, la autoestima, la disposición de límites sanos o la identificación, gestión y validación de las emociones, ya que el bienestar individual será siempre la base de la que partiremos para establecer relaciones de calidad con nuestros semejantes.

Porque, al fin y al cabo, tenemos que aprender a aceptarnos, a querernos como somos y a no obligar a nadie a que nos tenga que querer, que aceptarse no significa relajarse, significa que siempre va a haber algo que aprender y algo que mejorar, pero teniendo un fuerte y sólido punto de partida.

También resulta importante identificar y alejarse de esa positividad tóxica que tan a fuego nos han marcado mediante toda una línea de merchandising basado en frases cortas y supuestamente motivadoras, pero que, a mi entender, no hacen más que intensificar la presión que sentimos por querer cumplir con ese canon y estar siempre bien.

Por último, hacer especial hincapié en el daño que provocan aún ciertas actitudes machistas que tenemos muy arraigadas en nuestra sociedad y que conlleva que tengamos diferente vara de medir para determinadas conductas, situaciones o expectativas en función del género, así como en los roles que se nos presuponen, por lo que quiero terminar el presente post reivindicando la importancia de educar en la igualdad y en la diversidad para lograr una sociedad más acogedora donde todas las personas nos sintamos validadas y libres de ser quienes queramos ser y de amar a quien queramos amar.

domingo, 24 de enero de 2021

Educación y Paz. Paz y Educación.

Hoy, 24 de enero, fue denominado en el año 2018 por la UNESCO como el Día Internacional de la Educación. 

Si a esto le sumamos que también este mes, concretamente el dia 30, se celebra el Día Escolar de la No-Violencia y la Paz, nos encontramos con que, a poco de empezar el año, hay ya dos fechas importantes en nuestro calendario escolar. 


Sin embargo, no podemos evitar preguntarnos qué sentido tiene dedicar un día concreto a la Educación o a la Paz cuando en el día a día cotidiano la relevancia que ambos temas debería alcanzar a menudo brilla por su ausencia. 

Este primer mes de 2021 nos ha traído algunos acontecimientos que quizás deba hacernos reflexionar sobre lo mucho que se ha estigmatizado el año anterior, como si lo bueno o malo que pasara en el mundo fuera responsabilidad del mismo. 

Uno de esos acontecimientos ha sido la borrasca Filomena, que colapsó ciudades y regiones completas y que acabó ocasionando en algunas zonas la imposibilidad de volver a reanudar las clases en la fecha en la que estaba previsto, como ocurrió en mi caso que trabajo en la Comunidad de Madrid. 

Ello hizo que docentes y alumnado tuviéramos que volver a utilizar nuestros propios medios para poder continuar las tareas educativas de manera telemática durante los días que nos fueron postergando las clases, unos días donde el goteo y la escasa antelación de la información que íbamos recibiendo se juntó con que de nuevo nuestro colectivo pagaba el pato a ojos de la sociedad.

Sólo hay que ver la lamentable desinformación que hizo Telemadrid al respecto:


Sin embargo, el problema de fondo en toda esta situación es que, después de todo lo vivido, debemos darnos cuenta de que la escuela no puede jugar el papel de elemento para la conciliación, y que deben ser los gobiernos quienes promuevan políticas para hacer posible dicha conciliación entre vida laboral y vida familiar.  La escuela no puede ser la panacea.

Por lo tanto, en lugar de ver mensajes bonitos de personas que se vanaglorian de conmemorar estos dos días señalados, me encantaría poder ver un firme compromiso con las dos grandes bondades que representan, y que dicho compromiso se vea reflejado en acciones reales que vayan encaminadas a otorgar a la Educación el reconocimiento y la importancia que tanto merece. Todo ello, en el seno de una sociedad que promueva unos valores de paz, de solidaridad y de respeto mutuo, pues educar en la paz es educar en la diversidad.


Después de todo, es la Educación la que marca el camino hacia la Paz, 

pero es la Paz la que debe garantizar el derecho a una buena Educación. 

No podemos entender a la una sin la otra. 

No podemos entender el mundo sin ninguna de las dos.