sábado, 22 de abril de 2023

M&M

Mañana es 23 de abril, Día Internacional del Libro, y por eso quiero dedicar esta entrada a dos personas cuyos nombres empiezan por la letra que doblemente da título a la misma. 

La primera M es una persona que me ha dado clase. Más concretamente, me impartió la asignatura de Literatura Universal en mi último año de bachillerato. 

Yo venía de una trayectoria de desencanto ante los libros y autores que estudiábamos, tanto por la absurda insistencia de memorizar continuamente datos y fechas, como por la complejidad y poco atractivo que las lecturas obligatorias suelen tener para el alumnado adolescente, más aún cuando el enfoque que se le da a las mismas es las de ser objeto de examen o de arduos trabajos escolares que matan más aún la pasión por disfrutar de la lectura.

Sin embargo, el poder despedir mis años de instituto habiendo coincidido con esta primera M fue para mí la oportunidad de descubrir autores y obras de reconocida importancia desde un enfoque mucho más apasionante y motivador.

Y menos mal, porque ese mismo año me tocó cursar la asignatura de Lengua Castellana y Literatura con una de las peores profesoras que he padecido como estudiante.

Hablo de una profesora que durante todo el curso me estuvo haciendo creer que yo era un negado para su asignatura, que no valía para escribir y que mis aportaciones en clase no eran válidas. 

Sin embargo, gracias a que aquella primera M estuvo allí para contrarrestar tanto mensaje nocivo -aunque nunca hablé de cómo me hacía sentir su compañera de profesión -, tuve el valor de empezar a escribir, de compartirle relatos y reflexiones sobre las obras que leíamos, y ello generó un feedback muy positivo por el que sigo estando eternamente agradecido. 

La segunda M es una persona a la que yo le he dado clase. Aquel año yo estaba como maestro interino en un Colegio Público de Infantil y Primaria en un barrio obrero del extrarradio haciendo las funciones de apoyo como especialista en Pedagogía Terapéutica que soy. 

Realmente, no he dado clase de manera directa a esta segunda M, pero sí que coincidíamos en muchas de las actividades comunes que organizábamos en el centro y con su grupo-clase. 

Algunas de esas actividades estaban relacionadas con elementos como la lectura y el teatro, y es ahí donde se percibía que esta segunda M tenía un gran potencial y un rico mundo interior. 

Sin embargo, un momento que recuerdo con especial cariño es cuando esta segunda M me trajo un relato que había escrito para un certamen literario con el objetivo que yo lo pudiera leer y valorar antes de entregarlo.

El relato ganó el certamen -era un gran texto -, y animé a esta persona a que nunca dejara de escribir. 

Me complace pensar que he podido ayudar e inspirar a alguien con mi profesión como alguien ya me ayudó y me inspiró a mí, y ojalá que esta cadena continúe.

Es por eso que hoy quería escribir esta entrada dedicada tanto una persona que me precede como a otra persona que me sucede en este ciclo vital en el que estamos inmersos y del que me alegro mucho de formar parte. Siento mucha admiración por ambas M, y me gusta seguir sabiendo de sus vidas y poder mantener cierto contacto. 

Porque en un trabajo tan humano como el nuestro se nos otorga el honor y el peligro de influir de manera determinante en las vidas de quienes tienen que aprender de nosotros, y en nuestra mano está el aportar lo mejor de nosotros mismos, así como el ver y detectar en nuestro alumnado sus necesidades y puntos fuertes para poder atenderles mejor y ayudarles a sacar todo lo bueno que tienen por dar. 

Gracias, primera M, por inspirarme, darme valor y ayudarme a creer en mí.

Gracias, segunda M, por ver en mi un referente para compartir tus textos e inquietudes vitales. 

Gracias a las dos M por darle verdadero sentido a esta profesión.