viernes, 25 de enero de 2019

Análisis de una propuesta inclusiva

El reciente anuncio por parte del Gobierno actual de promover un traspaso paulatino de un considerable número de alumnas y alumnos de la Educación Especial al modelo de escolarización ordinaria ha generado un sinfín de reacciones de lo más variadas en toda la comunidad educativa.

Como ya explicaba en mis redes sociales cuando se conoció esta propuesta, "Los centros de Educación Especial, en su planteamiento teórico, están diseñados para dar respuesta como última opción al alumnado con el que hemos agotado todas las medidas posibles en su centro de referencia. Sin embargo, cada vez hay más alumnado con necesidades educativas especiales que acaba en la Educación Especial por una serie de brutales recortes en recursos educativos y por unas ratios masificadas, que van en detrimento de una atención de calidad en los centros ordinarios, haciendo que resulte muy complicado ofrecerles la atención que necesitan".

Por lo tanto, la primera consigna a tener en cuenta en este sentido es que, por mucha bondad con la que se quiera llevar a cabo este proceso, no se trata única y exclusivamente de cambiar el espacio físico en el que se van a encontrar este alumnado de un tipo de centro escolar a otro, pues eso no sería más que volver hacia atrás a un sistema precario de integración.


Si realmente se quiere apostar por una escuela de verdad inclusiva, hay que potenciarlo desde la base, desde una voluntad férrea y certera de querer invertir en una sociedad también inclusiva, lo que implica garantizar una educación de calidad a todo el alumnado, sin distinción, y ello pasa por destinar todos los recursos personales y materiales necesarios (y cuando digo todos, digo TODOS, con mayúsculas), sin escatimar para nada en gastos, y sin permitir la existencia de un sistema paralelo de escolarización que se subvencione con dinero público pero que sí tenga la postestad de seleccionar y, por tanto, de segregar, a su alumnado.

Este hecho no significa que tengan que desaparecer los centros de Educación Especial, nada más lejos de la realidad, pero sí quizás modificar nuestro enfoque hacia los mismos. Hace cerca de un año que escribía en este mismo blog, desde mi particular punto de vista como docente que realiza su trabajo en este tipo de centro, sobre "el desconocido mundo de la Educación Especial", post que recomiendo leer encarecidamente si se quiere tener una visión más amplia y completa sobre todo lo que concierne a la presente polémica. 

No obstante, no debemos olvidar que la diversidad es una característica inherente del ser humano, y ésta no puede entenderse sólo en materia de discapacidad. Asentar las bases de una escuela inclusiva no es sólo dar respuesta a este alumnado, sino fomentar un espacio de acogida, de respeto mutuo y de aceptación de las diferencias de todas las personas, sin distinción.

Es más, también hubo una entrada en este blog denominada "necesidades educativas no tan especiales", donde rompíamos una lanza a favor de entender que las necesidades de cualquier alumno o alumna no son tan distintas como a menudo nos puede parecer. Creo firmemente que muchas de las metodologías, recursos o propuestas pedagógicas que a priori están pensadas para nuestro alumnado específico también favorecería con creces el proceso de enseñanza- aprendizaje de cualquier otro discente, y el hecho de que ambos tipos de alumnado compartan experiencias escolares comunes desde un espacio realmente inclusivo y acogedor ayudaría a derribar un sinfín de barreras y a desterrar mitos y tabúes que nacen de la ignorancia y crecen en el desconocimiento.


En dicho sentido, especial mención debemos realizar sobre el acoso que a menudo reciben en sus centros de referencias los alumnos y alumnas que en nuestros centros de Educación Especial encuentran un refugio (lo cual no significa que en nuestros centros específico no puedan producirse también dichas prácticas). Es otro matiz sobre el que debemos trabajar e insistir para garantizar el bienestar de dicho alumnado, pues si el argumento para el cambio de modalidad educativa es que ahí "va a estar mejor", así sin más, hay algo en lo que seguro estamos fallando como sistema.

Y es que, como ya os decía al inicio de esta entrada, lo que en teoría debería ser siempre la última opción posible cuando se han agotado el resto de posibles medidas para dar una respuesta acorde a las necesidades existentes, últimamente es más contemplada como la puerta de salida de todos aquellos alumnos y alumnas que "nos sobran" en los centros ordinarios, bien porque no tengamos los conocimientos pedagógicos o los recursos necesarios para atenderles adecuadamente (comprendo la frustración e impotencia de muchos y muchas docentes ante este tipo de situaciones), o bien porque nos falten fuerzas, energías, paciencia, y, en el peor de los casos, la voluntad de querer atenderles. 

También debemos desterrar el mito de que los centros de Educación Especial son la panacea y allí van a tener todos los recursos que se necesitan, pues desgraciadamente también solemos encontrarnos desprovistos de todos los recursos materiales y personales necesarios para realmente ofertar una respuesta adecuada y de calidad (los recortes en presupuesto educativo no hacen distinción en este aspecto), por lo que nos limitamos a hacer lo mejor que podemos con lo que buenamente tenemos, que ojo, es mucho.

No obstante, sigo creyendo que nuestros centros específicos son unos grandes desconocidos para la comunidad educativa y para el conjunto de la población en general, y me parece importante que las personas que van a dedicarse al ámbito de la Educación pasen una temporada por estos centros para conocer su realidad, así como fomentar experiencias compartidas entre centros ordinarios y centros específicos, abriendo así poco a poco paso a una sociedad más respetuosa, acogedora e inclusiva, pues las personas a las que atendemos en nuestros colegios son también parte de la ciudadanía, aunque a menudo lo lleguemos a obviar. 

Para finalizar, decir que ya en la Comunidad de Madrid se promovió una Iniciativa Legislativa Popular sobre una escolarización más inclusiva que nos marcaba el camino a seguir. Después de todo, considero que es importante que se plantee una escuela más inclusiva, pero para ello resulta de vital importancia un firme compromiso para dotar a la misma de los recursos necesarios para responder a sus necesidades y cambiar el enfoque rígido y puramente academicista de la escuela tradicional por uno más centrado en la persona y en su desarrollo completo e integral, y, mientras que esto no sea una realidad, los centros de Educación Especial seguiremos jugando un papel fundamental.