domingo, 19 de enero de 2020

No al Pin Parental

En estos días donde el revuelo provocado por la inminente aprobación del Pin Parental en Murcia a raíz de la propuesta de VOX ,con el beneplácito de PP y Cs, ha generado un sinfín de réplicas y manifiestos en contra de semejante medida, la cual no es más que otro inaceptable desprecio a todos los valores que defienden el respeto al prójimo como norma básica de convivencia en nuestra sociedad.

Y es que, en lo que a derechos humanos y defensa de la diversidad se refiere, no debemos permitirnos dar ni un paso atrás, y menos ante el auge de movimientos que camuflan su rechazo y su intolerancia con abrazos a la patria y falsos idearios de lo que es la libertad.

Vamos a intentar abordar todos los frentes que se abren con este arduo debate de una manera constructiva y desmontando toda la falacia que se ha construido en torno a dicha proposición.

En primer lugar, porque el traer hijas e hijos al mundo te hace responsable de los mismos, pero eso no significa que sean de tu posesión. La verdadera libertad es la que permite que las personas conozcan las diferentes realidades que existen a su alrededor y se posicionen respecto a estas según su propio criterio y su propia individualidad, garantizando por nuestra parte que esto siempre se haga desde el conocimiento y el respeto a los demás. En palabras de Clara Serra:


Por lo tanto, el Pin Parental no sólo amenaza con mantener en la ignorancia a muchos de nuestros estudiantes, sino que además puede derivar, por un lado, en que quien se sienta "distinto" por alguna o otra razón no tenga acceso a las respuestas que tanto necesita para saber que es igual de valioso y digno que sus compañeras y compañeros, y así poder conocerse y darse a conocer con mayor seguridad y naturalidad. Por otro lado, se podría fomentar las conductas de acoso escolar/social, con sus correspondientes burlas, desprecios, agresiones, etc. hacia quienes no cumplan aquellos cánones que han adquirido de lo que es "normal" y lo que no, siendo esto aún más peligroso, porque la negligencia de unas familias que quieren mantener a sus descendientes en la desinformación no sólo lo pagan estos mismos en su ignorancia, sino que además tiene consecuencias tanto directas como indirectas hacia terceras personas, lo cual ni la escuela ni la ciudadanía en generar debemos tolerar.

Y es que, como decía Karl Popper, no se puede ser tolerante con la intolerancia.


Después de todo, ¿qué ocurre con esos chicos y chicas que sí que tienen interés en aprender sobre estos temas pero no tienen autorización familiar? ¿Hasta que punto los derechos de estas familias están por encima de los derechos de sus hijas e hijos? Más que nada, hay que recordar que quien quiera aprender sobre cualquier tema que en su casa le quieran vetar se va a buscar las maneras, ya que hoy día con nuestros dispositivos tecnológicos tenemos acceso a muchísimos contenidos, pero... ¿cómo de apropiados pueden ser estos contenidos que no pasan ningún filtro ni cuentan con una persona cualificada para ayudarte a comprender y gestionar toda la información?

Al fin y al cabo, como adultos responsables del bienestar de estos niños y niñas, es conveniente que nos mostremos ante ellos como un ejemplo de actitud, justicia y moralidad, y no como represores de aquellos temas que les preocupa o les genera curiosidad.


Esto nos lleva al último punto, pero no el menos importante, ya que no hay que olvidar el ataque directo que esto supone contra nuestra Escuela Pública y contra nuestra capacidad para realizar nuestra labor educativa, ya que nos pone en entredicho y nos vincula a oscuras intenciones de querer manipular al alumnado a nuestro antojo, cuando la única manipulación posible que se nos ocurre es la de quienes quieren vetar aquellos conocimientos que amenacen su ideario de pensamiento único.

Por lo tanto, esto no es más que volver a utilizar la Educación como arma arrojadiza en política, sin detenerse realmente a solventar las verdaderas necesidades y demandas de mejora que existen desde hace tiempo en nuestro sector. Sobran bocas y faltan oídos y manos.



Por consiguiente resulta fundamental que sigamos luchando por una Escuela Pública de Calidad que de cabida a todas y a todos sin distinción, ya que todo lo que implica el Pin Parental ya se viene realizando de forma automática y consentida en muchos centros privados y privados-concertados, lo cual va en detrimento del principio de igualdad de todas y todos los ciudadanos.


En resumen: los principios y valores humanos básicos universales no son negociables, y su rechazo sólo responde a un astuto intento de censura, de esa que en una sociedad democrática, diversa y plural ni tiene cabida ni tiene lugar.

¡No al Pin Parental!