jueves, 11 de febrero de 2021

Desaprendiendo a amar

Ahora que se acerca la tan señalada fecha del 14 de febrero, me parece que es una ocasión perfecta para reflexionar y debatir sobre algunas ideas y nociones relacionadas con el tema del amor muy presentes en nuestro imaginario colectivo y que veo necesario desmontar o, al menos, poner en cuestión.

En primer lugar, venimos de un modelo cultural donde el amor se ha relacionado mucho con los conceptos de entrega y sacrificio, lo que a veces puede colocarnos en una posición de subordinación o hacernos desmerecer el amor y el respeto que debemos brindarnos también a nosotros mismos.

A todo esto se suma la idealización del amor romántico como el fin al que se debe a aspirar para poder sentirnos personas completas, una creencia que a menudo va en detrimento de todas las formas posibles en las que el amor se puede manifestar y que se reafirma con expresiones como "la media naranja" o por todo un abanico de contenido literario y audiovisual que continuamente nos bombardea de manera directa o indirecta con este mensaje.

Cierto es que cada vez son más las voces que nos alertan o nos intentan hacer ver con claridad algunos aspectos que en general solemos normalizar. Sin embargo, creo que en este terreno todavía nos queda mucho por desaprender.

Y es que, si nos fijamos en las nuevas generaciones, podremos observar como hemos pecado de no haber sabido educarles y orientarles para construir relaciones sanas y equilibradas, así como a tener una mirada crítica y precavida, sobre todo en estos tiempos que corren donde se toma como referente lo visto en algunos programas televisivos de moda en los que se potencia una visión tóxica y errónea de lo que es una relación.

No obstante, como bien dice Roy Galán, quizás podamos aprovechar la gran influencia que ejerce este tipo de programas para generar debate en nuestras aulas y así alertar de los peligros de tomar estas actitudes como modelo. 

Todo ello al tiempo que también trabajamos otros conceptos que solemos olvidar cuando hablamos del amor, como son el autoconcepto, la comunicación asertiva, la autoestima, la disposición de límites sanos o la identificación, gestión y validación de las emociones, ya que el bienestar individual será siempre la base de la que partiremos para establecer relaciones de calidad con nuestros semejantes.

Porque, al fin y al cabo, tenemos que aprender a aceptarnos, a querernos como somos y a no obligar a nadie a que nos tenga que querer, que aceptarse no significa relajarse, significa que siempre va a haber algo que aprender y algo que mejorar, pero teniendo un fuerte y sólido punto de partida.

También resulta importante identificar y alejarse de esa positividad tóxica que tan a fuego nos han marcado mediante toda una línea de merchandising basado en frases cortas y supuestamente motivadoras, pero que, a mi entender, no hacen más que intensificar la presión que sentimos por querer cumplir con ese canon y estar siempre bien.

Por último, hacer especial hincapié en el daño que provocan aún ciertas actitudes machistas que tenemos muy arraigadas en nuestra sociedad y que conlleva que tengamos diferente vara de medir para determinadas conductas, situaciones o expectativas en función del género, así como en los roles que se nos presuponen, por lo que quiero terminar el presente post reivindicando la importancia de educar en la igualdad y en la diversidad para lograr una sociedad más acogedora donde todas las personas nos sintamos validadas y libres de ser quienes queramos ser y de amar a quien queramos amar.