jueves, 23 de septiembre de 2021

Recuperando significado

Está representada en la icónica estatua que corona la ciudad de Nueva York, se manifiesta en el épico grito de guerra de William Wallace o la coreamos a viva voz cuando suena aquella famosa canción de Nino Bravo, pero... ¿Qué es realmente la libertad?

De momento, lo único que tenemos claro es que últimamente se ha pervertido tanto el uso de esta palabra que puede que hasta se haya desformado su significado.

Se habla mucho de libertad, pero no se habla tanto de que la libertad requiere compromiso, respeto y responsabilidad.

Es por ello que hoy quiero escribir esta entrada, porque hace escasos días las calles de Madrid se llenaron de energúmenos que, escudándose en el supuesto escudo de la libertad, proclamaban consignas que muy poco tienen que ver con la bondad de dicho concepto. 

Sin embargo, como bien explicamos en una entrada anterior, para que estos sucesos se lleven a cabo previamente ha tenido que existir un caldo de cultivo que sirva de combustión inicial para poner el motor de la intolerancia en marcha. 

Por lo tanto, con esta entrada, quiero poner especial énfasis en la ardua tarea pedagógica que desde las escuelas debemos hacer para inculcar en nuestro alumnado un verdadero sentido de libertad y evitarles caer en las garras de la desinformación. 

Así pues, como decíamos con anterioridad, la libertad requiere un compromiso con los valores democráticos que como sociedad nos hemos otorgado y entender que nuestra libertad individual está supeditada a un marco de convivencia común. 

Esto deriva en la segunda premisa, en la del respeto, porque la auténtica libertad es aquella que se conforma dentro de unos límites éticos de reconocimiento del prójimo y en la toma en consideración de su realidad sin menoscabo de su valor.

Por último, aunque no menos importante, la libertad conlleva inexorablemente a la responsabilidad, pues debemos ser coherentes y consecuentes con las decisiones que tomamos en base al uso que hacemos de la misma. 

Todo esto se contrapone, curiosamente, con esa idea de libertad que tanto nos han vendido donde lo que prima es el individualismo salvaje y el querer hacer prevalecer tus deseos, ideas o derechos sobre otros sin importar el coste que ello pudiera suponer. 

Porque mientras existan desigualdades estructurales siempre habrá quienes se sientan con mayor autoridad para imponer su "libertad" y quienes no podrán ejercerla completamente mientras haya una situación de abuso o de necesidad.

Ser conscientes de eso y de la responsabilidad colectiva que tenemos es punto clave y vital en la formación de toda persona para ser parte crítica y activa de una sociedad sana.

En nuestras manos está el trabajar por una escuela pública que garantice a todo estudiante el formarse en los valores democráticos que a veces tan a a ligera enarbolamos pero que a menudo tanto nos cuesta aplicar.

Paradójicamente, el mantra de la libre elección de centro o el del pin parental no son más que contrapuntos a la auténtica esencia de la libertad. 

Y es que, para que una persona sea libre, debe tener los conocimientos y el sentido común necesarios para pensar con libertad, y es tarea de la escuela propiciar la oportunidad de alcanzar tan noble objetivo.


"Enséñame a pensar

Enséñame a ser 

Enséñame a convivir

Enséñame a respetar

Y sabré lo que es al fin la libertad."