Así pues, resignado, usted pide que el café sea con leche, pero resulta que el café se sirve solo para todos los clientes, que no se aceptan modificaciones ni diferentes formas de presentar el café. ¿Le parecería correcto el trato? ¿Cuál cree que sería su reacción al respecto? Pues pensemos ahora en nuestras escuelas, en nuestras aulas, cuando nos empeñamos en darle a todos nuestros alumnos y alumnas el mismo contenido de la misma manera, sin tener en cuenta sus singularidades personales.
Queda muy bonito en la teoría hablar de atender a la diversidad y de la enseñanza individualizada y personalizada, de hacer clases dinámicas e innovadoras que fomenten la participación y la motivación del alumnado. He visto a profesores y profesoras de las escuelas de magisterio defender la bondad de estas ideas pedagógicas reproduciendo un sistema de clase magistral alejado totalmente de lo que se está predicando, y luego nos sorprendemos de que en nuestros centros educativos se siga trabajando como en el siglo pasado, a pesar de los tiempos que corren y la cantidad de literatura especializada que hay al respecto. Quizás sea porque ponemos hincapié en el fondo, pero no en la forma. Lo que se viene a llamar una falta total de coherencia.
Cierto es que parece que estoy generalizando a la hora de exponer en mis argumentos, pero espero que se entienda que no es una cuestión de meter a todos en el mismo saco (sino, ahora sería yo el que que estuviera perdiendo la coherencia con el discurso que vengo desarrollando). Más bien podría decirse que es por llamar la atención sobre una cuestión de base que necesitamos resolver.
Siempre he denunciado la extendida existencia de docentes que se acomodan en sus puestos de trabajo, que cada año repiten la misma retahíla, ya sea ayudados del famoso libro de texto (en el mejor de los casos) o siendo esclavos del mismo. La sumisión a los contenidos por encima de todo nos hace olvidar a las personas que tenemos delante, y, volviendo a la metáfora anterior, ¿de qué nos vale que el niño se tome su café si lo hace con asco y de mala gana?
Os dejo, para finalizar, este pequeño cuento sobre la atención a la diversidad titulado "Por cuatro esquinitas de nada". ¡Que lo disfrutéis!
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