Sin embargo, siempre he creído que para nada está justificado el permitirse saltarse las reglas ortográficas o gramaticales a la hora de escribir cualquier tipo de mensaje, y más aún cuando se hace a un nivel formal como puede ser escribir un correo electrónico, una actualización en una red social o un post en algún blog o en algún foro.
Y digo esto porque creo que escribir bien es ante todo una muestra de respeto hacia nuestro lector. Un texto bien escrito dice mucho de nosotros y muestra nuestro compromiso con las cosas bien hechas, más aún si formamos parte del ámbito educativo, donde además indica coherencia entre nuestra función docente dentro del aula y nuestra forma de expresarnos fuera de ella; y es que, para ser ciertos, creo que no podemos exigirle a un alumno que escriba de manera correcta si nosotros antes no nos lo exigimos a nosotros mismos, algo que también podemos extrapolar a cualquier otro elemento de la educación en general.
Muchas veces se achaca esta falta de corrección a la rapidez de acabar antes el mensaje o al número de caracteres que podemos utilizar en un mensaje o en un tweet. No obstante, creo que eso es quedarse con la excusa fácil, y que tiene mucho más mérito encontrar la forma de expresar la misma idea de una forma más escueta, lo que supone un ejercicio de reorganización mental y de buscar nuevas vías para llegar a un mismo resultado. Al fin y al cabo, se trata del famoso pensamiento divergente y la de necesidad de desaprender y volver a aprender que tanto se viene defendiendo en las nuevas corrientes educativas aplicados al uso cotidiano de lenguaje.
Después de todo, no hay que olvidar que somos modelo y ejemplo a seguir de nuestro alumnado, y no sólo estamos para trasmitir contenidos o, en el mejor de los casos, para generar situaciones de aprendizaje, sino también para que nos tomen como referencia en su día a día y en su futuro, por lo que en nuestras manos está perpetuar en ellos el gusto por un texto bien redactado, independientemente del formato en el que se escriba, el contexto dónde se produzca y el público al que vaya dirigido, cumpliendo en todo momento las diferentes reglas ortográficas y gramaticales, usando un léxico rico y adecuado y no olvidándonos del correcto uso de las tildes, la diéresis o lo signos de puntuación, interrogación y exclamación.
Recordad que respetar el lenguaje es respetar a nuestro interlocutor.
Completamente de acuerdo.
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