jueves, 3 de diciembre de 2020

Desmintiendo bulos, allanando caminos

Llevamos ya un par de años presos de toda una campaña de desinformación que tiene en su punto de mira a los colegios específicos de Educación Especial, una campaña que durante este último mes se ha intensificado aún más con la aprobación de la nueva ley educativa.

Pese a que este bulo ya haya sido desmentido por activa y por pasiva, se sigue recurriendo al mismo como una forma de mantener en vilo a toda la sociedad en general, y en concreto a aquellas personas a las que esta cuestión les toca aún más de cerca.

¿El motivo? Todo forma parte de una estrategia con intereses en juego que utiliza a nuestro alumnado como arma arrojadiza, lo cual me parece cuanto menos mezquino y despreciable, y no hablo de aquellas familias que se han podido movilizar de buena fe ante lo que percibían como una amenaza, sino de quienes han promovido con total premeditación el que se sintieran amenazadas.

Así pues, me gustaría aprovechar que hoy es el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, para poder contrarrestar este discurso del miedo con un enfoque más crítico a la par que más constructivo.

El caso es que nuestra forma de dar respuesta a las necesidades de las personas con discapacidad a nivel social y educativo debe ser cuanto menos revisado, no para buscar errores, sino para ver como la podemos mejorar, y en este sentido sabemos que en España estamos aún muy lejos de una verdadera inclusión.

Entiendo que nos echemos las manos a la cabeza cuando hablamos de que los chicos y chicas de Educación Especial puedan estar escolarizados en una escuela ordinaria, y ello es debido a que no somos capaces de concebir la escuela ordinaria de una forma distinta a la que hasta ahora hemos conocido.

Por lo tanto, el primer paso a dar en este recorrido es transformar la escuela del modelo tradicional que aún impera a un modelo mucho más flexible y donde sea ésta la que se adapte a las necesidades de su alumnado y no al revés, una escuela donde las ratios sean más reducidas, tengamos más profesionales trabajando y estemos mejor formados y mejor preparados para atender la diversidad. 

Cierto es que, para que las escuelas ordinarias puedan albergar a este alumnado con total garantía de prestarles una respuesta educativa de calidad y adaptada a sus necesidades, se hace indispensable, por un lado, una inversión económica en forma de adaptación de espacios y de disposición de recursos personales y materiales de sobra, y por otro lado, que dicha disposición de recursos sea una cuestión de estado y que no quede sujeto a los devenires de los distintos gobiernos autonómicos o nacionales. 

También debemos romper con esa visión caritativa que nuestra tradición nacional a menudo arrastra y entender que no se trata de ver a las personas con discapacidad como "pobrecitos" a los que cuidar y atender, sino como personas de pleno derecho que merecen ser tratadas con dignidad y solidaridad.

Sabemos, por tanto, que la meta de una verdadera escuela inclusiva no podrá alcanzarse a corto plazo, puesto que todavía tenemos que cambiar el paradigma de como la sociedad concibe la escuela, pero sí que tenemos la responsabilidad de ir allanando ese camino, y por eso, desde nuestro grupo de Atención a la Diversidad perteneciente a Acción Educativa, hemos estado durante esa semana promoviendo una campaña en redes desmintiendo mitos en relación a la discapacidad.

Os invitamos, por tanto, a reflexionar sobre ello y a cierro la presente entrada con la esperanza de que algún día podamos entre todas y todos construir una escuela y una sociedad en la que toda persona tenga cabida. 


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